En la sociedad moderna, la mujer ha recuperado y conquistado un espacio vital y personal que durante mucho tiempo había tenido vetado. Hoy en día no contemplamos siquiera la posibilidad que el género femenino tenga limitada su participación en ninguna área de la sociedad y una de las principales causas de la recuperación de esta posición igualitaria ha sido la incorporación de la mujer al mundo laboral. Las mujeres de hoy compaginan y aúnan a la perfección sus actividades profesionales y familiares, pero en muchos casos, la multitud de tareas y responsabilidades de estos espacios de la vida personal terminan convirtiéndose en una sobre carga que acaba pasándonos factura tanto física como anímicamente.
La auto-exigencia personal que aplicamos y trascendemos a nuestro modo de vivir, convenciéndonos de forma irracional que somos el motor necesario e imprescindible en cualquiera de los escenarios en los que participamos, hace que muchas mujeres terminen desarrollando el “síndrome de la super-mujer”. Las afectadas por este síndrome no sólo sienten y asumen la responsabilidad de cumplir brillantemente con sus actividades laborales y expectativas económicas, si no que además se exigen y auto-implican al máximo en otros campos como la familia, el hogar, y las relaciones de pareja. Este síndrome termina influyendo en la percepción que tenemos de Nosotras mismas y nuestras capacidades, y altera sustancialmente la posibilidad de un auto-análisis realista sobre las situaciones y acontecimientos en los que nos involucramos. La necesidad ficticia que creamos de ser una esposa, una madre, un ama de casa perfecta y auto-suficiente, termina generando conflictos de autoestima, angustia y estrés cuando esas rigurosas exigencias no pueden verse cumplidas.
Un profundo reconocimiento de nuestras capacidades y talentos no está reñido con el beneficioso arte de delegar en los demás, para conseguir un entorno y un espacio donde realizarnos y crecer de forma relajada y positiva. Eso nos brinda la posibilidad de rendir y disfrutar al máximo de las áreas de las que nos hacemos cargo. Nuestra vida deja de ser una agotadora carrera contra-reloj, y nuestras relaciones personales se ven impulsadas y armonizadas cuando depositamos nuestra confianza en quienes nos rodean. Además, los lazos personales se fortalecen cuando la responsabilidad se reparte entre todos los miembros de nuestro entorno, y se crean vías y espacios de comunicaciónque favorecen la relación positiva y unión familiar.
¿Has experimentado el síndrome de la ‘super mujer’?
Imágenes: Pinterest, Cosas de Mujer